8.10.08

Historia posible pero poco probable

¿que por qué hace tanto que no "actualizo contenidos"?

Pues puede ser porque volviendo de Irlanda, mi avión se vió obligado a efectuar un aterrizaje de emergencia en lo parecía ser un parque a las afueras de Guinea-Conakry y resultó ser el refugio de una tribu llamada los "M'opongo" (conocidos, entre otras cosas, por ser una de las tribus más negativas de África). Gente muy maja, oye... pero un poco caníbal. Eso sí, caníbales pero con glamour. Nada de ollas gigantes en las que cocer a los pobres incautos que caían en sus redes: tenían un pedazo de cocina industrial con cacerolas de las que anuncia el Arguiñano y muchísima clase. Ahí es donde reside el hecho diferencial que permitió que hoy esté redactando este engendro: la cocina de autor.

Tribu cultivada donde las haya, los M'opongo habían elevado el canibalismo a la categoría de Novelle Cuisine, preparando todo tipo de platos dignos de condecoraciones Michelín. Según el Chef de la tribu (antiguamente era el Hechicero, pero tras un curso de reciclaje en El Bulli cambió el báculo de las ceremonias por la cuchara de palo) la carne con alta concentración de grasas saturadas no es adecuada para la elaboración de espumas, mixturas con hidrógeno líquido o crujientes. Según parece, con mis lorzas poco más se podían hacer que unos buenos callos o un cocidito madrileño con sus sacramentos, pero hace mucho que la cocina tradicional pasó de moda en Guinea-Conakry... así que me soltaron...

Tras atravesar un desierto, dos montañas y tres ríos, llegué a Ceuta.
Yo ya había estado allí, porque los Padres Capuchinos me llevaron de viaje de estudios cuando tenía 14 años, así que me dirijí al lugar que mejor conocía: la calle de las tiendas de radiocassettes de doble pletina. Allí las cosas habían cambiado mucho, recuerdo perfectamente la tienda en la que compré mi radiocassette Brighton -que me costó 6.000 delasantiguaspesetas- y en ella sólo había ahora imitaciones de Ipod Nano y pollos de goma para lanzarse en tirolina (supongo que el reciclaje es algo que acaba llegándonos a todos tarde o temprano). Pedí trabajo y me convertí en el vendedor del mes (ahora entenderéis la bajada del índice Nikkey hace un par de semanas).

Creyendo que había tocado techo como vendedor de pollos de goma para tirolina y dándome cuenta de que echaba de menos mi cama, pedí la cuenta y me fui. Como la suma a la que ascendían mis posibles no era muy boyante, decidí coger un ferry y, de paso, ver los delfines y ballenas del estrecho. Fue imposible. Según parece, desde la última travesía de David Meca, todas estas bellas especies decidieron que el intrusismo de los mamíferos terrestres dejaba sus vidas carentes de sentido y decidieron tomar medidas drásticas.

Una vez en Cádiz, me senté tranquilamente a comer un poco de jamoncito delquepica. Llamé al camarero, me indicó que "Ya mimmo" me lo traía, y dos semanas más tarde me levanté y me fui de la terracita sin haber probado bocado porque mi columna no está ya para esos trotes, y una especie de llaga sangrante asomaba por mis posaderas.

Esa fue mi última parada, ya que en la estación de ADIF (el artista bifor noun como RENFE) pillé un tren que me transportó hasta la mismita puerta de mi casa. Me despedí gentilmente de los cientos de mujeres atractivas -y no tanto- que me habían pretendido durante el viaje y me eché a dormir en mi camita. Nada más despertarme esta tarde, lo primero que he hecho es postear esta historia.

Así que ya sabéis por qué he tardado tanto en actualizar los contenidos.... aunque claro, siempre habrá alguno que diga que soy un puto vago... lo que hay que oir!!!!

1 comentario:

ruben rodriguez dijo...

Ey me alegro que haya una entrada nueva en tu blog, esa historia me suena,je,je,je.