Como todo el puto mundo respetable sabe, esta semana se han celebrado los actos conmemorativos del 40 aniversario de la muerte del Che.
En primer lugar, debo decir que nunca he entendido las celebraciones que coinciden con la muerte de alguien (si acaso, podría entender las que coincidieran con la fecha del nacimiento). En segundo lugar... ¿cada cuánto se supone que hay que hacer una gran celebración? es que entiendo lo de las "bodas de plata" y las de oro, pero lo de los 40, muy a mi pesar, me suena a cadena de radiofórmula bisbaleña (o bisbalense, que no recuerdo el gentilicio...)
Sin embargo, ahora que lo pienso, puede que no esté tan mal lo de celebrar los 40, porque como dice Kevin Johansen, cada vez más "
parece McGuevara's o CheDonald's". Su imagen, más gastada que el discurso de Ramoncín (2.650.000 resultados en la búsqueda gráfica de Google), se ha convertido en el logo con el que cientos de miles de adolescentes (y no tan adolescentes) se visten e identifican, sin darse cuenta de que haciéndolo, están sirviendo a las mismas ideas a las que curiosamente se oponen.
No seré yo quien diga algo malo del Che, entre otras cosas, porque reconozco que no he leído mucho de su vida. No obstante, le tengo por un auténtico libertador como otros tantos a los que francamente admiro. De hecho, como con tantos otros a los que admiro y de los que
ya he hablado en otras ocasiones, me ocurre que no puedo dejar de preguntarme si
ésta era la Victoria tan soñada por el Che. Es más... dudo mucho que siquiera fuera
ésta.