- Jamás me compraré un Ipod.... jamás me compraré un Ipod... - se repetía una y otra vez como para autoafirmarse en una convicción que se tambalea por momentos. Miró con cierta tristeza su reproductor de mp3 y dejó que la música se llevara sus pensamientos.
En el momento en que comenzó a sonar una canción de Iván Ferreiro (melancólica como todas sus canciones) el autobús se detuvo.
- ¡Cinco minutos para fotos! - bramó la sonora voz del guía que les acompañaba.
Recogió torpe y precipitadamente todo lo que llaman "equipaje de mano" y salió como una exhalación del vehículo. Tan espectacular fue su salida como su frenada: justo en el instante en que alzó la vista, sus pies se negaron a seguir caminando. El paisaje que tantas veces había visto en fotos de libros y más recientemente, en la búsqueda de imágenes del Google, se presentaba por fin ante él.
En un gesto casi instintivo, deslizó su mano dentro de la bandolera y sacó su cámara digital. -Éstas la saco al máximo de calidad- pensó. Apretó el botón de encendido y esperó a que la tapa protectora se retirara. A continuación, apuntó hacia adelante mientras notaba cómo se apoderaba de él esa especie de fiebre del coleccionista que tantas otras veces había experimentado. La notaba cuando compraba algún cómic de sus colecciones que sabía que no podría leer por falta de tiempo. Era el mismo afán de posesión que le había hecho copiar cientos de películas bajadas de internet aún a sabiendas de que no vería ni un tercio de ellas.
Aparcó sus pensamientos y se concentró en conseguir un buen encuadre. Ya estaba, aquélla iba a ser una foto brillante: la luz adecuada, la composición perfecta... si se lo curraba podría hacer un par de ellas más a la derecha y acoplarlas con el Photoshop en una gran imagen panorámica.
Apretó ligeramente el botón de disparo hasta que el sonido de la lente compensando las distancias y un pequeño led verde le indicaron que el enfoque era correcto. Y entonces se bloqueó. Sé quedó paralizado preguntándose por qué quería realmente hacer esa foto. Quizás fué la crisis existencial que llevaba arrastrando desde hacía un año y medio o un efecto secundario del potente desayuno, pero el caso es que no conseguía terminar el recorrido del botón de disparo. De alguna manera comprendió en aquel instante que, en el fondo, esa foto supondría un insulto a la belleza que se alzaba ante él. Deslizó de nuevo la cámara en la bandolera, dio media vuelta y se dirigió (ahora lentamente) hacia el autobús esbozando media sonrisa. Fue entonces cuando supo que ningún virus informático, ningún error de tarjeta o descuido iban a poder arrebatarle aquella imagen jamás.
- ¡Cinco minutos para fotos! - bramó la sonora voz del guía que les acompañaba.
Recogió torpe y precipitadamente todo lo que llaman "equipaje de mano" y salió como una exhalación del vehículo. Tan espectacular fue su salida como su frenada: justo en el instante en que alzó la vista, sus pies se negaron a seguir caminando. El paisaje que tantas veces había visto en fotos de libros y más recientemente, en la búsqueda de imágenes del Google, se presentaba por fin ante él.
En un gesto casi instintivo, deslizó su mano dentro de la bandolera y sacó su cámara digital. -Éstas la saco al máximo de calidad- pensó. Apretó el botón de encendido y esperó a que la tapa protectora se retirara. A continuación, apuntó hacia adelante mientras notaba cómo se apoderaba de él esa especie de fiebre del coleccionista que tantas otras veces había experimentado. La notaba cuando compraba algún cómic de sus colecciones que sabía que no podría leer por falta de tiempo. Era el mismo afán de posesión que le había hecho copiar cientos de películas bajadas de internet aún a sabiendas de que no vería ni un tercio de ellas.
Aparcó sus pensamientos y se concentró en conseguir un buen encuadre. Ya estaba, aquélla iba a ser una foto brillante: la luz adecuada, la composición perfecta... si se lo curraba podría hacer un par de ellas más a la derecha y acoplarlas con el Photoshop en una gran imagen panorámica.
Apretó ligeramente el botón de disparo hasta que el sonido de la lente compensando las distancias y un pequeño led verde le indicaron que el enfoque era correcto. Y entonces se bloqueó. Sé quedó paralizado preguntándose por qué quería realmente hacer esa foto. Quizás fué la crisis existencial que llevaba arrastrando desde hacía un año y medio o un efecto secundario del potente desayuno, pero el caso es que no conseguía terminar el recorrido del botón de disparo. De alguna manera comprendió en aquel instante que, en el fondo, esa foto supondría un insulto a la belleza que se alzaba ante él. Deslizó de nuevo la cámara en la bandolera, dio media vuelta y se dirigió (ahora lentamente) hacia el autobús esbozando media sonrisa. Fue entonces cuando supo que ningún virus informático, ningún error de tarjeta o descuido iban a poder arrebatarle aquella imagen jamás.
12 comentarios:
Aupa Palo!!! Ya me alegre de verte el otro dia por Logroño. El siguiente numero de pussytron esta ya en fase de despegue, pues nada a seguir bloggeando.
¿por qué tratamos de ver
a través de un lente...
y no, simplemente,
guardarlo en la mente?
Recordar es volver a pasar por el corazón en latín...
RECORDEMOS olores, sabores, sensaciones, tactos, imágines... sin fin.
Muy wapo el relato.
Da que pensar.
Gracias zaisev, igual un día de estos me animo a escribir otro.
Poeta, a eso iba. No sabía lo de la palabra recordar pero me ha encantado saberlo.
Rubén, aupa chavalote y larga vida al Pussytron y al "Estado de las cosas".
palo, serlarr promete llamarte de una vez por todas y asi nos pone os al dia.
espero que las imagenes bellas solo te las pueda borrar la memoria. esa no perdona.
un saludo a zaisev, que me enseño los principios de la informatica.
Jamás compraré un Ipod... ¡mi mujer no me deja!
Coño, Palo, ¿tienes relación con los de Pussytron? En las conferencias de "Aragón, tierra de tebeos", me han hablado de ellos. Incluso, en la euforia al ver que uno de Logroño se había acercado, me dieron el teléfono de un Rubén, pero veo que hay varios.
(Ahora es cuando me dices que me has enseñado varios números en tu casa y yo no me acordaba)
Este fin de semana vuelvo a Zaragoza, que hay taller de ilustración y se clausuran las jornadas tebeyeras aragonoides.
Hey Danuto, qué bueno verte por aquí! efectivamente conozco a alguno que otro del Pussytron, y especialmente a Rubén, cuyo blog (El estado de las cosas) está linkado a la derecha. Tengo los números en casa de mis padres, pero veré si me acuerdo de traértelos para que les eches un vistazo (y más tarde los compres ;)
Nos vemos un rato, fale? que tengo ganas de veros a tí y tu señora.
Anónimo, dile a Serlarr que se le echa de menos, y que espero esa llamada en el momento que le venga bien a él, dale un abrazo si le ves a menudo ;)
Por cierto, el relato no es exactamente biográfico, aunque reconozco que hay mucho de mí en él...
No se que le pasa a la pagina de goear pero no va cuando funcione me leo el relato o dime que cancion es.
Ta lue
gonzo, qué raro... a mí no me daba problemas cuando lo probé... en cualquier caso la canción es "Extrema pobreza".
Nos vemos, man!
Muy bien palo¡
No nos pueden quitar todo lo vivido. Nadie puede arrancarte las cosas buenas. Ni siquiera todo lo malo que puede venir despues.
Se puede apagar todo,menos los recuerdos,la verdad mayor.La razón de todo.
Por los buenos momentos vividos.Por los que pasamos con amigos. Por los que quedan por vivir.
Que no nos falte nunca un amanecer,la paz despues de una tormenta,un "testimonio" del que reirnos,una cervecita de trigo..y tantas cosas...
Aunque se apagen los impulsos del amor,los recuerdos permaneceran imborrables,eternos,tangibles en un espacio etereo.
Nunca seremos pobres mientras recordemos el camino de donde venimos.
Salud y rock and roll¡¡
Joder, Gonzo... me gusta más tu comentario que mi propio relato... has pensado en escribir un blog?
Salud y mucha Cabra!
Muy bueno el relato Palo. Lamento el retraso para comentarlo pero he andado liado. Al leerlo me ha venido a la cabeza una frase que leí hace tiempo, decía así:
"Un instante de gozo del corazón vale más que dos horas de placer de los sentidos."
Como dice la frase, y creo que tu relato tambien, hay sensaciones que no se pueden reproducir ni con los mejores medios técnicos hay que VIVIRLAS, y lo digo en mayúsculas porque la dimensión de lo vivido es mucho mayor que lo sugerido por esos medios. Esperando el siguiente relato se despide hasta una próxima ocasión:
Juankrak.
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