23.4.06

Manual de modos y maneras

Tras un tiempo sin escribir tengo por fin algo que contar. He de recomendar un cómic. Me lo regaló un colega hace un tiempo pero no paro de releerlo, es buenísimo. El autor es Mauro Entrialgo, al que algunos lo conocen por Ángel Sefija, su personaje para El Jueves. El cómic en cuestión es "Cómo convertirse en un hijo de puta" y es un compendio de despropósitos que tienen como única finalidad hacerle imposible la vida al prójimo. La cuestión es que yo, entrenándome con los que tengo alrededor he dado con dos fórmulas más que no aparecen en el cómic.
La primera de ellas consiste en obligar a alguien a que te salude. Seguro que en alguna ocasión os habéis encontrado con alguien que sabéis que no quiere saludaros aproximándose por la misma acera en dirección contraria a vosotros. La reacción habitual es mirar hacia otro lado, hacer que lees un mensaje en el móvil (muy útil para estos menesteres) o algo por el estilo ya que generalmente a tí tampoco te apetece saludarle. Pues bien, el verdadero Hijo de Puta pone la mejor de sus sonrisas, y con un volumen de voz indefectiblemente audible llama a la persona con la que se cruza por su nombre, acompañándolo de frases que pueden ir desde el "que ya no saludas" hasta el "que ya veo que estás en Babia". Este cruce tiene que ser cordial en extremo y no parecer tan hipócrita y cínico como realmente es. Si la maniobra se ha realizado con la habilidad adecuada, el sujeto que nos hemos cruzado se quedará con una sensación de incomodidad y de cierta culpabilidad que le acompañará durante un ratito, y nuestra satisfacción durará para el resto del día.
El segundo gesto de un hijoputa por naturaleza es sutil, pero muy efectivo. Lo descubrí por casualidad, ya que soy una persona bastante agradable (menos cuando soy un cabrón). Simplemente consiste en mantener una puerta abierta como gesto amable hacia una persona que se aproxima. En el portal de mi casa funciona muy bien. Resulta que el pasillo hasta el ascensor es bastante grande. Si veo a alguien salir del ascensor cuando yo entro en el portal, me quedo en la puerta aguantándola abierta. Esto hace que la persona que acaba de salir del ascensor se sienta a la vez agradecida e incómoda, ya que siempre que le sea posible aumentará el ritmo del paso para no hacerte esperar demasiado. He llegado a ver correr a gente y todo... es muy bueno!
Estas han sido las lecciones de incivismo que os invito a practicar. Son altamente satisfactorias y no dañan a los sujetos sobre los que se llevan a cabo, no es genial?
Sé que la mayoría sabéis quién soy, pero por si no habéis adivinado todavía mi nombre, quizás deberíais escuchar esta canción (los Rolling esos adorables ancianitos...)

3 comentarios:

Unknown dijo...

Tomo nota.
Cacho perro.

Unknown dijo...

Qué raro.
El primer comentario lo puse hace la de dios y no sale reflejado en el contador...

Anónimo dijo...

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