28.9.07

La ciudad que nunca duerme

... y no es exactamente un cumplido porque, como decía mi compañera de viaje, no es de extrañar con tanta sirena, tanto claxon y tanto estrépito en general.

Primera imagen de Manhattan que pudimos vislumbrar desde el taxi

Nueva York huele a pincho moruno, sabe a salsa barbacoa y suena a sirena perpetua. Pero mola.
Un viaje de diez días no pretende ser más que un acercamiento a una ciudad (que no un país), pero si algo queda claro es que no debe existir un equivalente a la palabra "mesura" en el inglés americano (o al menos en el dialecto neoyorquino). En cualquier caso, esa excentricidad en las formas tiene algo de fascinante y deja estampas realmente curiosas en los sensores fotosensibles de los miles de cámaras digitales que abren su virtual objetivo todos los días en la Gran Manzana. He aquí algunas de las impresiones que Nueva York ha dejado en mí y, por extensión, en el CCD de 3 megapixels que colgaba de mi muñeca:

Son los newyorkers gente muy religiosa que no duda en mostrárselo al mundo. Si para ello es necesario ponerse un letrero, pues se pone...


... y es que es importante que las cosas se vean. Da la impresión de que todo debe de quedar muy claro, muy limpio, casi transparente.

"Los empleados deben lavarse las manos"
Letrero existente en todos los lavabos de bares y restaurantes


Volviendo al tema de la desproporción, existe en el visitante el típico efecto del más difícil todavía: cuando algo te acaba de asombrar, a la vuelta de la esquina te encuentras con algo que simplemente lo supera de lejos.

"[...]frotarse las manos 20 segundos, lavar muñecas, yemas, entre los dedos y debajo de las uñas [...]"

Pero no nos engañemos, algo huele a podrido en algunos negocios, por mucho que sus empleados se limpien con cepillos de oro... y por mucho que se esfuercen en hablar espanol (digo... español)


Joyería en Chinatown. No conocen la opción "insertar símbolo" del Word

En algunos establecimientos ni se molestan en esconder las actividades ocultas que muchos sospechan que llevan a cabo...

Estanco en la 8ª Avenida... o eso dicen...

Con eso y con todo, han sido unos días inolvidables, aunque no logro quitarme de encima esa extraña sensación de sentirme observado allá donde voy, en todo momento...

Sombra de una farola junto a Wall Street

6.9.07

Informe 33#7675.9999#AZ desde 135.251A

Éste será mi último informe desde el planeta 135.251A de nuestro listado de astros universales, llamado Tierra por una de las cinco millones de especies que lo habitan.
He disfrutado durante estos últimos 5.000 años informando. Es ciertamente divertido observar desde mi posición privilegiada cómo el producto de una reacción fortuita "químico-eléctrica" alcanza la graciosa condición de "amo del planeta". ¿Dije graciosa? quise decir pretenciosa.
Todo lo que les empuja a evolucionar trata de eludir la única verdad de la que no parecen haberse percatado: Lo efímero de su existencia.
Han creado religiones que dicen prolongar su ser más allá de la extinción de la energía que los sustenta. Realizan obras de lo que ellos mismos han denominado arte (y que, por lo que he podido comprobar, tiene un significado tan amplio como indeterminado) para pervivir en la memoria colectiva aludiendo la búsqueda de un medio de expresión supraverbal. Los científicos focalizan sus estudios en las enfermedades más extendidas, tratando de minimizar el impacto de algo tan natural como la propia selección de las especies.
A pesar de vanagloriarse de ser la única especie consciente de sí misma y del alto grado de conocimiento que creen haber alcanzado, aún no han conseguido entender que lo único que les diferencia de sus llamadas "hormigas" es el tiempo. El tiempo que tendría que pasar para que en esa especie considerada inferior apareciera la mutación necesaria para hacerles evolucionar tanto o más que a los primates.
Lamentablemente, no llegarán a esta conclusión jamás, pues es precisamente eso lo que se les acaba: EL TIEMPO.