Nueva York huele a pincho moruno, sabe a salsa barbacoa y suena a sirena perpetua. Pero mola.
Un viaje de diez días no pretende ser más que un acercamiento a una ciudad (que no un país), pero si algo queda claro es que no debe existir un equivalente a la palabra "mesura" en el inglés americano (o al menos en el dialecto neoyorquino). En cualquier caso, esa excentricidad en las formas tiene algo de fascinante y deja estampas realmente curiosas en los sensores fotosensibles de los miles de cámaras digitales que abren su virtual objetivo todos los días en la Gran Manzana. He aquí algunas de las impresiones que Nueva York ha dejado en mí y, por extensión, en el CCD de 3 megapixels que colgaba de mi muñeca:
Un viaje de diez días no pretende ser más que un acercamiento a una ciudad (que no un país), pero si algo queda claro es que no debe existir un equivalente a la palabra "mesura" en el inglés americano (o al menos en el dialecto neoyorquino). En cualquier caso, esa excentricidad en las formas tiene algo de fascinante y deja estampas realmente curiosas en los sensores fotosensibles de los miles de cámaras digitales que abren su virtual objetivo todos los días en la Gran Manzana. He aquí algunas de las impresiones que Nueva York ha dejado en mí y, por extensión, en el CCD de 3 megapixels que colgaba de mi muñeca:
Son los newyorkers gente muy religiosa que no duda en mostrárselo al mundo. Si para ello es necesario ponerse un letrero, pues se pone...
... y es que es importante que las cosas se vean. Da la impresión de que todo debe de quedar muy claro, muy limpio, casi transparente.
"Los empleados deben lavarse las manos"
Letrero existente en todos los lavabos de bares y restaurantes
Letrero existente en todos los lavabos de bares y restaurantes
Volviendo al tema de la desproporción, existe en el visitante el típico efecto del más difícil todavía: cuando algo te acaba de asombrar, a la vuelta de la esquina te encuentras con algo que simplemente lo supera de lejos.
"[...]frotarse las manos 20 segundos, lavar muñecas, yemas, entre los dedos y debajo de las uñas [...]"
Pero no nos engañemos, algo huele a podrido en algunos negocios, por mucho que sus empleados se limpien con cepillos de oro... y por mucho que se esfuercen en hablar espanol (digo... español)
En algunos establecimientos ni se molestan en esconder las actividades ocultas que muchos sospechan que llevan a cabo...
Con eso y con todo, han sido unos días inolvidables, aunque no logro quitarme de encima esa extraña sensación de sentirme observado allá donde voy, en todo momento...